El ambiente electoral vivido el 7 de diciembre de 2025 en el Colegio Alfonso Ugarte revela, en su aparente sencillez, las tensiones profundas de la política peruana. Lo que debería ser un ejercicio de participación y confianza ciudadana se enfrenta a la indiferencia de los medios, la manipulación de encuestas y la fragmentación de los partidos.
En las voces recogidas durante la jornada, se repite una denuncia clara: la prensa invisibiliza los procesos democráticos que no están “tarifados”, mientras la ciudadanía se aleja de la política por falta de información veraz. Se advierte también la estrategia de dividir partidos para garantizar mayorías en el Congreso, tanto desde la derecha como desde la izquierda, reproduciendo el viejo principio de “divide y vencerás”.
Sin embargo, entre la crítica surge una propuesta: la unión como única salida. La metáfora de los fósforos que no pueden romperse cuando están juntos resume la necesidad de superar el egoísmo y el cálculo personal. La juventud y los trabajadores aparecen como protagonistas posibles de un nuevo horizonte, donde la política no sea vista como un peligro o una caricatura, sino como un deber colectivo.
El testimonio de quienes impulsan el partido de los trabajadores y emprendedores recuerda que fueron precisamente los pequeños empresarios y los informales quienes sostuvieron la economía en tiempos de crisis. Hoy, su inclusión y capacitación se plantea como un camino para reconstruir la confianza y dignificar la política.
En suma, lo que se vivió en el Colegio Alfonso Ugarte no fue solo una elección interna: fue un espejo de las fracturas y esperanzas del Perú. La democracia se sostiene en la participación, en la memoria de los trabajadores y en la convicción de que triunfaremos si logramos unirnos más allá de las diferencias.
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